Os voy a contar una historia muy graciosa que me pasó un día de juerga por Madrid:
(Contada por google +, pero al terminarla me pareció demasiado mítica para no ponerla también aquí)
Tras un año en Japón pisaba Madrid de nuevo, tocaba salir de juerga recordar como era por la capital española eso. Todo empezó con unas inocentes tapas acompañadas de infinitas cañas y de ahí a las copas. Con la promesa de un bar de los de antes de los que ponen barricada y esas cosas nos dirigimos a un garito. El sitio más variopinto era imposible pero principalmente abundaban los pijos de edades entre los 30 y los 40 años. El estilo de la gente pues entre pijo madrileño y sevillano (ya sabéis camisa de rayas, pelo engominao pa atrás y patillacas a lo Curro Jimenez)…
Total la primera impresión fue que mieeerda de sitio, pero entre el envalentonamiento del alcohol y nuestro amigo con promesas de Barricada y Heroes del Silencio nos quedamos. Entonces comenzó un poco revival del pasado y del pseudo alternativismo… Comenzaron a poner A Tino Casal y luego canciones grandes éxitos de ayer y anteayer… todo muy en el tono Venecia de los Hombres G. Mientrás flipábamos creimos escuchar que el sonido se perdía a veces, lo achacamos a la mala calidad de la instalación sonora del local…
En nuestro flipe detectamos otro aspecto casposo dentro de ese local, una tele, si tenían una tele, no un plasma proyectando videoclips o cosas que ayudasen al mood de una noche de fiesta… no! Tenían una tele con Antena 3 o algo así… Iba acompañado del bueno de +Javi Beltran que si yo llevaba un tiempo fuera de España el ya ni se acuerda de lo que es España. Pues los dos flipábamos con lo que veíamos tras tanto tiempo sin tele nuestros ojos quedaron atrapados por la programación… Y es que era un programa en el que pagaban a gente que estaba literalmente deformada para hacerle operaciones estéticas y reconstruirlos y de paso convertirlo todo en un show mediatico. Os prometo que nos pasamos 20 minutos abrazados gritando de terror mientras a nuestro alrededor una masa enfurecida de pijos patilleros botaban al ritmo de los Hombres G…
De pronto de nuevo escuchámos el sonido perdiendose… venga hombre no se puede ir tanto el sonido, miramos hacia la cabina del DJ y vemos que el tio estaba haciendo la misma labor de DJ que nosotros cuando teníamos 10 años y un casette… subía y bajaba la música! Os lo juro! Pero no durante unos segundos para dejar a la gente cantando, que lo entendería… NO! subía y bajaba como con ritmo… o lo que el consideraba ritmo. Tras comprobar atonito que era así que lo hacía a drede y no tenía parkinson o algo… al ver su sonrisa de satisfacción en la cara a la hora de hacerlo y como los demás le vitoreaban… pues yo, lo tuve claro:
Chicos yo marcho, ya nos vemos otro día cuidaos!
(True Story!)
Me he reido muchísimo xDDD
Creo que espero no encontrar nunca ese garito xD
Lo del programa si te digo la verdad yo no lo sabía y me ha parecido un poco fuerte, por parte d eunos y por parte de los que se dejan… mal rollito
Lamentablemente el axioma: «Spain is different» es igual de aplicable para las cosas buenas como para las malas. Y es que hay cosas que solo se pueden ver en España. Así somos.
😀
jejeje por un momento pensé que ibas a contar aquella vez cuando teníamos 15 años y yo llamaba desde una cabina a mis padres a las 10 de la noche para pedirles que me dejasen volver más tarde, mientras tú le zumbabas patadas sin parar a la cabina 😛
Yo viví, casi, la misma situación en Francia, concretamente en las Landas. El antro tenía no una sino DOS televisiones (nunca mejor dicho el palabro) enormes, con lo que la peña, en lugar de bailar o beber, parecía alienada: unos frente a otros, sin mirarse y dirigiendo la vista hacia arriba, para ver… NADA!, porque ni siquiera ponían vídeos musicales, sino la tele pura y dura: el telediario o un programa de debate, no sabría decirte.
Mi opción fue la misma que la tuya: Au revoire!.
Por desgracia ese tipo de bares se está extendiendo. Ahora que empezábamos a librarnos del reggaeton (según la Wikipedia se escribe así) nos invade la caspa. En los bajos de Argüelles había un local con el mismo tipo de música, pero el que pegaba fuerte era Camilo Sexto.
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