Aquí y ahora, es lo que importa
Es increible lo que hace la mente humana, como empiezas a leer algo que te recuerda a una cosa, de ahí saltas a otra y a otra y cuando te das cuenta estas pensando en algo que no tiene nada que ver. En realidad creo que hay que prestar atención a estos pensamientos porque muchos aunque parezcan nimios llevan hasta a algún punto importante. Voy a contaros de forma muy resumida un pensamiento/reflexión que acabo de tener. No solo porque crea que pueda ser interesante para vosotros, que quizá no lo es, si no porque seguro que es importante para mi yo futuro que tiende a olvidar esta reflexión, por mucho que acabé llegando muchas veces a esta misma conclusión, la misma a la que llegaré una vez tras otra.
Pongamonos en contexto caigo en un post que me ha gustado mucho: 1998 el año en que todos fuimos indies. Por la cabeza miles de recuerdos y pensamientos. Primero: que como te gusta la música que no podrías vivir con ella, que te sientes identificado con el tipo del post, que se introdujo en la música indie por aquellas mismas fechas. La suerte que tienes de estar rodeado de gente tan músical como Javi, Sebas o el erudito pero taliban musicalmente hablando de Ferchu, que hacen que tu cultura musical crezca aun siendo tu un poco inutil en lo que a ritmo y compás se refiere.
Luego te atrapa una reflexión banal (a priori), como puede cambiar la gente tanto. Como puede Dover empezar con esto:
Y acabar con esto otro:
Y es que esto hace que hasta el Let me out suene a música de verdad… bueno no… tanto no 😉 Luego pensé que claro era jodido sostener un grupo cuya principal baza es que la cantante tiene una voz medio rota, así como algo afónica que mola. El problema es que la voz medio rota se rompía del todo cada dos por tres y no es lo mismo escuchar a una cantante con la voz medio rota que con la garganta destrozada y sin voz. Seguro que un logopeda curo sus problemas de habla y con eso toda su capacidad de sorprendernos. Unido, por supuesto, a que dar saltos por los escenarios con tacones de 10 centímetros rojos seguro que era más complicado.
Y la reflexión final
Y ahora se encamina más mi reflexión. Seguí leyendo el artículo, pensando en aquellos tiempos, en como cambiamos todos (sin excepción, yo el primero) ya sea para bien o para mal, nunca podemos saberlo (bueno en el caso de Dover si que podemos :P), solo cambiamos. Y empiezas a pensar en aquellos tiempos, en recuerdos, en lo genial que era todo y lo bien que te lo pasabas y demás. El siguiente pensamiento es obvio y todos llegamos a el. Por seguir con el tono musical del post digamos que como dijo Karina «buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor».
Luego traté de hacer un ejercicio de empatía hacia mi mismo, hacia mi yo del pasado. Mi yo del futuro le visita y le cuenta como soy, una persona lejos de ser perfecta, pero cumpliendo sueños, sueños que por esas fechas que no tenía y otros que ya rondaba mis cabezas, creo que sin dudas me alegraría de muchas cosas y me aliviaría saber que mis problemas de entonces se han desvanecido en su futuro, nuestro presente. Esos problemas de cuando tenía 15 años eran un mundo para mi: quiero esas zapatillas que todo el mundo tiene, porque estoy en clase si quiero hacer otras cosas, porque esa chica que me gusta no se fija en mi, mañana tengo que entregar un trabajo que no he empezado y que me avisaron con 2 semanas de antelación o como me lo montó cuando tenga que llevar los 4 suspensos a casa… Todas esas preocupaciones me parecen lejanas y no tan importantes pero no lo eran en su momento y eso es lo importante, si para ti algo es importante no importa que para los demás no lo sea, es que es lo es. No se si me seguís o ya comienzo a divagar.
De repente tuve una visita de alguien… Era yo mismo, mi yo del futuro que vino a hacer lo mismo que acababa de hacer con mi yo del pasado. Me visitó y me contó que fue de mi vida y vaya, no todo fue un camino de rosas pero las cosas habían ido bien no se de que me preocupaba tanto. Tan solo me preocupaba una cosa de mi yo futuro y es que le veía un tanto melancólico, algo que mi yo del pasado con 15 años y en plena edad del pavo no pudo notarme a mi mismo. Le pregunté que que es lo que le pasaba y el me dijo que echaba de menos esta época, cuando todo era tan genial mientras se desvanecia volviendo al futuro. Yo pensaba que era curioso pues era lo mismo que yo pensaba de mi yo pasado.
Mientras me encontraba abstraído en estos pensamientos escribiendo este post, mi ordenador me advirtió de que llegaba un correo. Era de mi yo del futuro al que había despedido hacía un rato. Me decía que el acababa de tener una visita de su yo futuro también y que le había dicho exactamente lo mismo que el a mi, que todo iba bien y que echaba de menos esa época de su vida. No podemos evitar añorar el pasado, así como también es inevitable esperar con excitación el futuro, no es malo ni mucho menos. Solamente no nos olvidemos de vivir con intensidad el presente, que de todos los tiempos siempre es el mejor. Porque el pasado ya lo has vivido y el futuro ya lo vivirás.