Visitando Osaka
Lo prometido es deuda y comienzo a contaros algo del viaje hecho con la familia por estas tierras. El viaje fue muy similar al que hice hace 5 años con mi amigo Juan variando tan solo Kobe por Miyajima y desde luego fue un cambio genial porque Miyajima me parecio un lugar realmente impresionante. aún los destinos siendo los mismo el viaje fue muy distinto debido a que mis conocimientos japoniles son distintos y la compañía también.
Todo comenzó en Tokyo, en el aeropuerto, primero tocaron las cosas necesarias, sacar dinero, reservar los principales trayectos de Shinkansen, comprar la tarjeta Suica para transportarnos y después rumbo a nuestra mini casa a dejar las maletas. Ahí llegaron millones de sorpresas y es que una maleta estaba llena de cosas solo para nosotros. El apartado de comida es también muy destacable como las 8 latas de fabada el litoral, el medio queso (gracias Armeros), las cajas de «La Pajarita» (gracias Garridos), el chorizo (gracias abuela) y la megabolsa de chucherías, el jamón y demás (gracias familia). De todo esto estoy dando cuenta de manera racionada y es que hay que estirarlo hasta el infinito y más allá.
Tras dejar todo este contrabando en casa nos fuimos a dar una vuelta por Shinjuku-Kabukicho y luego cenar un Hakkata Ramen que aunque mi familia no apostaba porque les gustase creo que no les terminó de desagradar del todo. Tras la cena y con el frío en la calle pocas energías nos quedaban, así que nos fuimos a dormir que al día siguiente madrugábamos para ir a Osaka.
Por la mañana y con pocas horas de sueño nos dirijimos hacia la estación de Tokyo para coger nuestro Shinkansen y que por cuestiones varias terminamos llegando unos segundos tras la hora de salida del tren y la puntualidad de estos trenes no nos dejó opción y vimos como salía delante de nuestras narices. Mi padre decidío que lo mejor era tratar de asaltar el tren, así que ni corto ni perezoso para allá se fue. Todo esto ante la mirada de terror del operario del anden que se dirigio corriendo para frenarle y con dureza pero respeto jeje. Tras el shock inicial nos dijeron que podíamos coger el siguiente tren sin problemas, así que 25 minutos después salimos en otro tren.
Tras un viaje que a mi se me hizo largo porque paraba en todos lados llegamos a Osaka, localizamos nuestro hotel, dejamos las cosas y nos fuimos a comer al mosburguer por fin, ya que en 6 meses por aquí aún no pude ir. Y a partir de aquí aprovechamos lo que nos quedaba de día haciendo turismo. El primer destino fue el castillo de Osaka con los cerezos en flor.
Luego en el parque hicimos un poco el moña y probamos algo de comida en uno de los muchos puestos que había. Comimos Takoyaki que por desgracia no estaba todo lo bueno que estan otros y a mi familia le dio un poco de asquito por estar la masa algo cruda… Tengo como misión encontrar el mejor sitio de Takoyakis en Tokyo y darselo a probar la próxima vez a ver si mejora su opinión sobre ellos 🙂
Luego nos fuimos a buscar el Akihabara de Osaka que hay quien dice que es mejor que la de Tokyo, pero creo que no debimos encontrar la parte molona, porque no moló mucho la verdad :S Eso sí nos perdimos un poco por ahí y vimos algunas calles llenas de farolillos que molaban bastante, agún templo perdido, así como vimos el neon ese gigante que tan famoso es.
Tras esto nuestras energías estaban a cero prácticamente, conseguimos encontrar de casualidad un lugar de comida tipo tonkatsu que estaba bastante bien y que a mi familia le encantó. Lo que me ratifica que si quieres darle de comer a un Español algo en Japón y que estes prácticamente seguro de que le vaya a gustar llevadle a comer tonkatsu. tras la cena reptamos hasta el tren para volver al hotel donde caer desmayados, aunque alguno se desmayó antes de llegar 😉
Ah! por cierto, podéis ver todas las fotos en su set de flickr.